LA ENTREVISTA «Q» -JEFF LYNNE-
«He trabajado con los Beatles y con Dylan. He vivido el sueño de todo fan».
El fundador de ELO también ha tocado dentro de una nave espacial y contagió a George Harrison con su carácter despreocupado.
En lo alto de un sinuoso camino en Benedict Canyon -uno de los lugares de Hollywood donde vive la mayoría de estrellas, a una casa y media de distancia de Red Hot Chili Peppers y Eddy Murphy-, vive un hombre inglés cuya música es mucho más conocida que él mismo. Todos hemos escuchado acerca de Jeff Lynne: ese sujeto con el cabello rizado y lentes oscuros que solía dirigir la Electric Light Orchestra, compañero de George Harrison en el súper grupo de los 80’s, los «Traveling Wilburys», quien fue llamado para producir la reunión de «The Beatles» en 1994, ya sin John Lennon. Y… ¿no trabajo él en los álbumes solistas de McCartney, Harrison y Starr alguna vez?
Hoy en día, Lynne es más conocido por Mr. Blue Sky, un tema efervescente de 1978, la omnipresencia del siglo 21 y la cual -junto con Livin’ Thing de 1976-, ha adquirido protagonismo en el exitoso programa de radio Guilty Pleasures, del DJ Sean Rowley. Ambos temas caracterizan la frase «…pero me gusta» de este divertido recorrido a través del archivo.
Todavía ves su nombre en los créditos de los álbumes de vez en cuando -más recientemente como productor del «Highway Companion», de Tom Petty- pero en realidad las apariciones de Lynne son raras. Estuvo por muy poco tiempo en Londres el año pasado para recibir el codiciado galardón de Ícono «Q», pero difícilmente da entrevistas.
Su música, por el contrario, no es tímida o reservada. ELO fue una de las bandas más flameantes de los 70’s, sus conciertos fueron impetuosos espectáculos de dimensiones Floydianas. En 1978, desafiaron el tradicional sonido rockero del punk y se convirtieron en la agrupación rock más vendida en Inglaterra.
En la tarde, «Q» le hace una visita. Lynne luce como un verdadero ícono, el estilo del cabello y sus lentes son los mismos que ha usado durante los últimos 30 años. Saluda al primer periodista que fue admitido en la casa que compró hace 10 años, cuando vendió su residencia en Warwickshire y se mudó por completo a Estados Unidos. El acento inglés está intacto y no hay bronceado.
Al igual que su carrera, la casa de Lynne es difícil de asimilar. La puerta de seguridad se abre a un sendero que dirige a una cómoda y sencilla villa estilo rancho. Detrás, un edificio mucho más grande se desploma en la ladera. Éste contiene una galería del tamaño de un pequeño auditorio, albergando un montón de amperios, guitarras, micrófonos y, al final, una mesa de billar. Todo tiene la apariencia de ser la casa de un soltero. Aunque Lynne a menudo habla muy cariñosamente de su actual novia y menciona a sus dos hijas ya mayores, fruto de un largo matrimonio y quienes ahora viven en la costa oeste, ninguna de estas mujeres ha dejado su toque femenino por aquí. Recientemente, Lynne ha pasado los días arreglando algunas cintas de los Traveling para un recopilatorio. Además de dormir, en lo que más ocupa su tiempo libre es en ver los partidos de la Liga Premier Inglesa en su TV de pantalla plana.
Es amistoso pero también es muy cauto. Al llegar a cierto punto, Lynne hace señales para que apaguen el tocacintas mientras resalta alguna antigua melodía de la ELO. Días después, su manager está al teléfono, por segunda vez, requiriendo en nombre de Jeff, que se omitan dos ritmos típicos de los Beatles aparentemente inofensivos. Pero es conmovedoramente hospitalario. Antes de que la conversación comience formalmente, Lynne propone una taza de té, la cual él mismo prepara. Luego de buscar desordenadamente la caja de bolsas de té PG Tips en la alacena, inspecciona el interior de un frigorífico poco abastecido y descubre que no hay leche. ¿Estaría bien leche en polvo? pregunta. Nos llevamos nuestras tazas de té preparadas por el mejor inglés al patio y nos sentamos al lado de una fuente ornamental, en la que grandes carpas aparecían y se movían de un lado a otro de manera muy pintoresca.
¿Por qué un inglés bebedor de té y amante del fútbol como tú se ha cansado de vivir en Inglaterra?
Realmente no me he cansado. Solamente me encanta el clima aquí. Suena un poco patético, pero me hace feliz…el clima. Son esos Mr. Blue Sky’s. Además, mi novia Camelia vive aquí. Pero me encantó Inglaterra en el último viaje que hice para recibir el premio «Q». Era la primera vez que regresaba luego del Concierto para George (presentación en memoria de Harrison en el Royal Albert Hall de Londres) hace cuatro años. Estaba sorprendido de lo mucho que habían cambiado las cosas.
¿Qué piensas acerca de la Mecca que ha transformado el centro de su ciudad natal?
En realidad no fui a Birmingham. Pero he visto en las noticias, en mi computadora, lo que ha estado pasando allí.
Pensé que tal vez habías querido visitar el equipo de fútbol (Birmingham City FC) que, según se supo, querían comprar tú y Jasper Carrott.
Alguien inventó eso. En realidad, fue con mi amigo Trevor Francis (antiguo jugador y gerente del equipo), a quien conozco desde que él tenía 16 años, con quien hablamos al respecto, pero sólo tocamos el tema. Leo sus comentarios en el internet cada semana. Vendrá a quedarse conmigo para Año Nuevo, Trevor con su esposa.
¿Qué hay de algunos de tus compañeros de los primeros días? ¿Qué es de Roy Wood (antiguo miembro de ELO)?
Se mudó a Derby, creo. No lo he visto desde hace mucho tiempo. No porque yo no quisiera, sino porque perdimos la comunicación.
Así que no hay resentimientos acerca de las diferencias musicales que llevaron a la separación de la primera ELO (en 1972 Wood renunció a la banda para formar Wizzard).
No, esas cosas eran niñerías. Pero ambos éramos niños en ese entonces, 24 o así. Y ninguno de nosotros había colaborado antes. Ambos éramos líderes. Cuando me uní a la banda de los 60’s de Wood, «The Move», pensé que escribiríamos canciones juntos, pero eso nunca sucedió. Ninguno de los dos podía aceptar no estar a cargo. Era extraño. Aún cuando él se fue sin decir nada. Realmente me agradaba Roy, era un músico asombroso. Podía tocar siete instrumentos.
¿Entonces la idea de la sección de cuerdas de ELO fue idea de Roy?
No exactamente, eso se nos ocurrió luego de dos años de estar charlando en un bar, sin saber cómo quedaría. Cuando finalmente lo hicimos realidad era un desorden. En nuestro primer concierto en Greyhound, Croydon, nos tomó dos horas tocar las siete canciones. Roy no podía encontrar su cello, las melodías estaban todas desafinadas. En cierta forma, fue muy cómico.
Hubo realmente pocas bandas originales que surgieron de las tierras medias del Oeste a finales de los 60’s e inicios de los 70’s – Slade, Robert Plant, Back Sabbath…
Sí. «The Moody Blues» fueron los primeros. Pensaba que la mejor época eran los 60’s, cuando hubo un compañerismo real entre los grupos, pero ninguno de ellos logró seguir adelante, excepto «The Moody Blues». Personas como Noddy Holder, Robert Plant y yo luego tocaríamos ante las mismas audiencias o nos relajaríamos en el Rum Runner (un viejo club inglés). Cuando conseguí un trabajo de tocar guitarra y cantar en mi primer grupo en 1966, ¡no podía creer que sería un músico profesional y haría tanto dinero como lo hizo mi padre cuando yo tenía sólo 18 años!, era algo que iba mucho más allá de lo que siempre soñé.
¿Qué pensaba él?
A él no le importaba. Era jefe del departamento de caminos de Birmingham Corporation. Trabajaba muy duro, tenía que levantarse a las seis de la mañana. Él sabía que yo no quería hacer lo mismo. Era mi madre quien siempre se preocupaba más. Cuando regresé a su casa durante la gira de «Out Of The Blue», en 1978, le dije: «¿Estuvo bien, eh?» y mamá dijo: «Oh, te veías mal en televisión. No tiene nada qué ver con la música, los éxitos y todo eso». Y yo dije: «Muchas gracias, mamá». Y cuando me puse las gafas de sol ella dijo: «No te pongas esas cosas aquí adentro, ¡te ves ridículo!»
Parece como que no te los has quitado desde entonces.
Bueno, tan pronto como empecé a usarlas, ya nadie mencionaba mis ojeras. Y llegué al punto de no poder quitármelas, las usaba para jugar fútbol, tenis; aún cuando estaba solo. Pero ahora mi novia dice, «me encantan tus ojos, quítate las gafas, por favor». Así que para ella, me las quito.
¿Cómo conociste a The Beatles?
Los conocí por primera vez cuando estaban grabando el «White Album», yo estaba en Londres un domingo haciendo el primer LP de «Idle Race» (agrupación previa a «The Move»). Nuestros ingenieros los conocieron en Abbey Road y nos llevaron a saludarlos. Recuerdo a John y George usando unos pequeños suéteres marca Fair Isle. Aún veo a Paul tocando «Why Don’t We Do It In The Road» en un bajo de jazz y recuerdo el increíble sonido enredado de los tambores que Ringo estaba haciendo en «Glass Onion», el cual me empujó hacia la pared. Estar en la misma habitación que ellos cuatro no me dejó dormir por casi tres días.
Tu música ha sido frecuentemente comparada con The Beatles. Tu voz, en particular, a menudo me suena parecida a la de George Harrison.
¿Sí? Wow, gracias. Me pregunto si es porque el acento de nosotros, que hablamos dialectos, es distinto al acento de los demás. Tal vez es cuestión industrial.
¿Cómo os convertísteis George y tú en tan grandes amigos?
Todo comenzó en 1986, cuando George me envió un mensaje con nuestro amigo mutuo, Dave Edmunds (guitarrista rockero que produjo a McCartney y escribió canciones con Lynne), preguntando si yo produciría su disco solista, «Cloud Nine». Debía encontrarme con él en su casa en Henley, lo cual era muy escalofriante, ir a encontrarte con uno de tus héroes de toda la vida. Fuimos a dar un paseo al lago en su bote y dijo, «no pongas tus manos en las orillas porque vamos a atravesar algunos túneles. Tan sólo aférrate a tu forma de ser». Así que eso me tranquilizó.
Es extraño que te sintieras tan maravillado por él aún cuando para esa fecha ya eras bastante famoso.
Sí, pero George representaba un nuevo mundo para mí, un mundo de gran lujo. Yo había estado trabajando tanto que nunca había hecho las cosas que hice con él. Terminamos yendo de vacaciones a Australia para ver la Fórmula 1. Escribimos juntos «When We Was Fab» mientras estábamos en la casa de un adinerado amigo en un maravilloso centro turístico. Hicimos tanto juntos… solíamos hacer conciertos de todo tipo en su casa con Ravi Shankar. George fue increíblemente amable conmigo.
¿Cómo te sentiste cuando te invitó a producir Free As A Bird para el proyecto Antología de The Beatles, en vez de invitar a George Martin?
Eso es lo más difícil que he intentado. Paul era naturalmente escéptico y empezó a tener algunas dudas hasta que se dio cuenta de que yo estaba allí para ayudarlos a terminar el proyecto, no sólo para decir «Oh, hagámoslo como George (Harrison) dice». Pero disfruté cada segundo de estar bromeando en el estudio -25 años de bromas reprimidas de The Beatles… qué maravilloso ser una de las pocas personas que han escuchado eso-.
¿Te pusiste nervioso preguntándote lo que George Martin habría hecho?
No me estaba preguntando cómo lo habría hecho él. ¡Estaba más preocupado tratando de descubrir cómo lo iba a hacer yo! George nunca había tomado la voz de un casete (grabación hecha en casa de «Free As A Bird» por Lennon) para usarla como voz principal. Y todavía no habían inventado ningún aparato que hiciera eso posible. Me daba miedo pensar qué pasaría si lo echaba todo a perder. Al final, luego de que lo escuchó, Paul me dio un gran abrazo y dijo: «Oh, John, dame un beso».
Además de tus habilidades técnicas, obviamente tienes un gran talento para tratar con grandes egos. ¿Te sirvió esto en The Traveling Wilburys (el súper grupo de los 80’s compuesto por Harrison, Lynne, Bob Dylan, Tom Petty y Roy Orbison)? Debe haber habido muchas actitudes competitivas en el ambiente.
No, nada por el estilo. Lo que hizo sobresalientes a los Wilburys fue que cuatro de nosotros nos desplomábamos sobre una mesa, sin hacer mucho y luego, cuando Bob se aparecía, porque él siempre llegaba un poco tarde, todos revivíamos inmediatamente. Allí era cuando todo empezaba. Todos estaban maravillados con Bob, aún George, lo veía mirándolo por una grieta de la puerta y luego voltearse hacia todos nosotros y decirnos, «Miren por aquí, ese es Bob Dylan». George era un verdadero fanático de Bob.
Es interesante la manera como hiciste la transición hacia el estilo suave de los Wilburys, partiendo del estilo inicial de ELO y sus locos arreglos, extravagantes presentaciones con naves espaciales y otras cosas, ¿qué pasaba por tu mente en ese entonces?
No mucho. Andar de gira nunca fue muy importante para mí. Una vez que me concentraba en escribir canciones, nunca quería salir de gira de nuevo. Sólo quería jugar con las cintas de grabación, hacer nuevas cosas, no estar en el escenario tocando las mismas canciones cada noche mientras estaba pensando en otras cosas. Nunca fui uno de aquellos que saltaban arriba y abajo en el escenario. Por el contrario, casi me escondía detrás de la nave espacial, el platillo volador del «Out Of The Blue» fue idea de los representantes.
Qué hay acerca de las ventajas incidentales de ir de gira en los 70’s. ¿Encontrabas el tiempo para algunas de ellas?
Oh sí. Todos nos divertíamos yendo de gira durante meses y meses. Haciendo cosas.
¿Qué clase de cosas?
Usualmente estas cosas incluían emborracharse. A mí me encantaba emborracharme en todos los bares de América. Me gustaba un poco de droga de vez en cuando. Marihuana. Pero nunca he consumido Coca. Aunque no me importa si alguien más lo hace.
¿Cómo te sientes al saber que muchas de las viejas canciones de ELO sigan vivas como «placeres culpables»?
Primeramente pensé: «Me están tomando el pelo». Pero el que sea una grabación No. 1, aún en este sentido, es mejor que ser el No. 99. La música pop es un oficio serio, pero si lo entiendes bien, el trabajo está hecho. Algunos de los agradables muchachos que conocí en los premios «Q» lo dijeron, James Dean Bradfield, de Manics, me dijo: «escribir una buena canción pop como las tuyas es lo que quiero hacer». Es difícil, pero creo que a menudo es más duradero que algo que se considera más serio.
Cuando terminaste Mr. Blue Sky, ¿pensaste que se convertiría en un clásico?
No. Me gustaba el ritmo rebotante, pero recuerdo cuando me sentaba en la habitación de masterizaciones y pensaba: «no es dinámica, no tiene suficiente esplendor, no tiene un buen intermedio, no tiene suficiente bajo». Y vaya, qué equivocado estaba. La han tocado hasta el cansancio desde entonces. Paul dijo algo bonito sobre Mr. Blue Sky el otro día.
¿Paul?
McCartney. Dijo: «esa canción es exitosa porque a las personas les encanta el optimismo y todo lo que es melancólico”.
Entonces, luego de conquistar el mundo tres veces distintas, con ELO, The Beatles y The Traveling Wilburys, ¿qué te queda por hacer? ¿Hay alguien a quien realmente admiras y con quien aún no hayas trabajado?
No realmente. He sido increíblemente afortunado. He trabajado con todas las personas a quienes crecí admirando, como The Beatles, Roy Orbison y Bob Dylan. La mayoría de ellos se han convertido en amigos. He vivido el sueño de todo fan.
Mientras me escolta hasta la puerta, Lynne cuenta la historia de cómo conoció a Tom Petty. Salió a caminar un día en Los Ángeles -en lugar de manejar, como la mayoría suele hacer- y Tom Petty lo reconoció, detuvo su auto y le sugirió que escribieran algunas canciones juntos. Así de simple. El resultado fue el primer disco de Petty sin los Heartbreakers, «Full Moon Fever», del cual varios de los buenos temas, como Free Falling y Running Down a Dream contienen melodías de Lynne.
No muchas personas saben esto, resalta el periodista de «Q». Probablemente lo sabrían si dieras más entrevistas. «Tal vez suene extraño, pero me gusta dejar que la música hable por mí», dice Lynne sonriendo. «Mi música no tiene el acento inglés, así que puedes entenderla bien».
Traducción por gentileza de NANCY BETANCOURT ©
Imágenes: Nº 247 «Q» Magazine – Febrero 2007